Veredicto final de Sidney Lumet

Desde los primeros minutos de la cinta mediante pequeños detalles, sin duda elocuentes, se definen perfectamente las circunstancias vitales por las que pasa nuestro protagonista (una crucial iluminación de tonos de color gélidos a cargo de Andrezj Bartkowiak subrayan el clima emocional de la obra y ese pedregoso camino que ha de recorrerse para alcanzar la verdad). La cámara en todo momento está pendiente de él, nunca lo abandona, lo sigue. Veredicto final es la historia de un perdedor nato. Veredicto final es la historia de una redención.

Lumet nos sumerge rápidamente en la historia tras una breve pero certeras pinceladas. Siempre en elíptica progresión como espectadores asistimos al drama que se nos narra. Veredicto final es una cinta directa, concisa, que evita todo tipo de concisiones. El guión adaptado por el dramaturgo, escritor, y entonces futuro director de cine David Mamet (a partir de la novela de  Barry Reed) es preciso, al mismo tiempo dialéctico.

Justicia versus legalidad. Este es una cuestión que prevalece. La búsqueda de la verdad como objetivo primordial y principal del sistema judicial. Una controversia que permanece en el trasfondo de la cinta a lo largo de todo el metraje. Todas las situaciones van a enriquecer tamaña cuestión (surgen diversas situaciones interesantes a debatir; el concepto de imprudencia y negligencia profesional, la corrupción y sus artimañas, la hipocresía eclesiástica frente al caso). La coherencia y la honestidad priman y corren paralelas a la búsqueda de la verdad. La cinta deja entrever como importancia capital la defensa a ultranza de los jurados populares. Solo el tribunal popular es el que definitivamente escucha y defiende la verdad.

Atentos a las excelentes interpretaciones.

Sinopsis: Frank Galvin, un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital y del que Galvin se había ocupado. No es nada fácil para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando empieza a recibir ofertas económicas para arreglar el asunto sin ir a juicio. Pero Galvin está dispuesto a jugárselo todo, tanto para conseguir una importante indemnización para los familiares como para rehabilitarse como abogado y como persona.

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