Muerte entre las flores de Joel Coen y Ethan Coen

Como activos espectadores nos enfrentamos a todo un intrincado reto difícil de desentrañar y que apela a nuestra formación, porque viene determinado por un interdisciplinar conocimiento, en profundidad, tanto de los diversos materiales literarios como cinematográficos, cuyo visionado al borde de la extenuación requiere de toda nuestra atención (en el interior de su corpus kafkiano descubrimos enérgicos centelleos que beben del universo de Hammett y su relato La llave de cristal y La cosecha roja, de Chandler o de cineastas como Wellman, Hawks, Huston).

Muerte entre las flores es una cinta intensa que no tiene fin, a la vez que singular y abrupta, y no menos inquietante (perturbadora) y oscura (y extrañamente lírica), incluso laberíntica, delineada por verdaderos arquitectos de la imagen, y cuyo interior esta atravesado por incalculables vías subterráneas difíciles de ordenar y descifrar, conductoras de minuciosas e incalculables señales de alto calado, y diversas interpretaciones.

1990: Festival de San Sebastián: Mejor director (Joel Coen).