The French Connection de William Friedkin

La fisicidad caracteriza este vigoroso thriller -y sin apenas detalles explicativos y diálogos, ni cortapisas, enlazando, a posteriori, con el llamado cine directo- tan audaz en lo formal como en su contenido, y que inspiro films posteriores.

Nunca antes se había explorado en el cine, un dual retrato de unos personajes incontrolables desde el punto de vista de su maligna y pérfida, a la vez que contradictoria personalidad, y que se muestran incapaces, en sus físicas acciones, de digerirse como víctimas a la vez que antitéticos, y que obedecen a sus instintos primarios, dominados por la arbitrariedad del mal y el crimen sin distinción, incluso incomodos entre sus iguales (chocan constantemente contra las institución y la sociedad, porque todo vale dentro de una sociedad degradada, exasperante, aterradora filmada desde la verdad y el realismo urbano de los setenta).

En el thriller los héroes luchan constantemente contra su vertiente oscura, terminando por engullirlos y transformarlos, además durante el proceso de investigación policial se ven impulsados a tomar decisiones férreas, radicales, impulsivas y violentas hasta obsesivas y sin límites, si han de meterse en la piel de sus contrarios o antagonistas, vendiendo su sentido ético y profesional, incluso perdiendo su identidad (uno de los grandes aciertos del film es situar las colisiones y choques morales dentro de una atmósfera  fílmica sociológica y también psicológica donde el espectador ha de sacar propias conclusiones).

La cinta no pierde su intensa y vibrante fisicidad, no renunciando a su cariz improvisado y a la virtudes libérrimas de narrar y filmar y montar sin perjuicio sobre la marcha (la cámara se mueve donde cree el camarógrafo que esta la acción y nunca descansa dando la sensación que hay una tercera persona que observa, por eso el uso tanto de teleobjetivos como de utilización del zoom acelera esa sensación), teniendo en cuenta los bruscos cambios de tono y de altura discursiva, el incoherente eslabonamiento de los hechos que devanan la trama (tanto a nivel formal como a la abrupta planificación de las secuencias, al tratamiento enfático del documental, y a la querencia de adulterar y viciar el sonido y la composición sonora).